Entre las tesis características del Postscriptum de Kierkegaard se encuentra la distinción entre el conocimiento objetivo y el subjetivo, y en concreto la afirmación de que el conocimiento ético y el ético-religioso son subjetivos. El presente artículo busca ofrecer una interpretación de esta posición que salvaguarde el elemento cognitivo de la tesis en cuestión, notando el paralelo entre la distinción kierkegaardiana entre conocimiento objetivo y subjetivo y la aristotélica entre conocimiento teórico y práctico.